Antes de llegar a Cáritas, estuvo en el mundo bancario. De esta institución de la Iglesia le ha sorprendido el mundo social, el conocimiento y el nivel de profesionalización de un ámbito al que, dice, ha aportado una también necesaria visión tecnócrata.
Pregunta.-¿Qué balance hace de su último periodo en Cáritas?
Respuesta.-Llevo seis años como director. Soy director voluntario. Trabajé en banca durante muchos años, tenía más tiempo libre y me ofertaron ser director de Cáritas. En aquel momento no conocía bien la institución, con lo cual para mí fue un salto a un terreno que no conocía. Sí que es verdad que colaboraba con el consejo económico de la Diócesis, soy economista, y colaboraba en ese ámbito y empecé. Lo que encontré, viniendo de un mundo tan complejo como es la banca, donde todo está tan organizado y tan medido, pues hubo un periodo de adaptación. Y ahora estoy en un nuevo periodo, renovamos cada dos años, por lo que es mi tercera renovación. Me lo volvieron a proponer, estoy muy a gusto aquí y como una muy buena tarea me pareció muy interesante renovar.
P.-¿Qué es lo más le llamó la atención cuando llegó?
R.-El mundo social. Es más de esfuerzo y de menos medición, por lo menos venimos de ahí y ahora hay unas exigencias muy fuertes porque hay financiadores, hay subvenciones que justificar, con lo cual para nosotros eso es un pequeño problema porque tenemos una mentalidad de actuación, de acción social y perdemos energías y esfuerzos en algo que es lógico pero que no nos acaba de gustar aunque es comprensible el hecho de que tienes que ser más riguroso con la información, con la recogida de datos, la justificación de todo.
P.-¿Su experiencia en la banca de qué le ha servido?
R.-Aquí hay grandes profesionales del mundo social. El equipo directivo está formado por cuatro personas: Delegado (Fernando García Cadiñanos); secretario general (Ignacio Ruiz); coordinadora de Acción Social (María Gutiérrez) y yo. Es una gestión de equipo en la que cada uno presta mayor atención a aquello que cae dentro de su responsabilidad. He intentado, en la medida de lo posible, la palabra profesional no es exacta porque está profesionalizado, pero la parte más tecnócrata del asunto he intentado introducirla, para bien y para mal. Por un lado es necesario y por otro entiendo que podría haber alguna resistencia, pero es normal.
P.-¿Qué programas desarrolla ahora Cáritas?
R.-Burgos es una provincia grande, poco poblada y dispersa. Nosotros tenemos tres núcleos poblacionales importantes, Burgos, Miranda y Aranda, y separados mucho entre ellos, a diferencia de otras provincias. Lo que nos lleva a la exigencia de replicar nuestros servicios prácticamente en tres zonas de Burgos. Está muy bien porque nos acercamos al territorio, pero tiene la dificultad de que tenemos que conseguir más recursos y ser más exigentes. Sería más fácil que estuviera concentrado, pero la provincia es la que es y eso nos exige.
P.-¿Cómo se desarrollan esos programas?
R.-Tenemos una provincia grande con tres centros, lo que nos obliga a tener recursos en los tres, por lo menos. Y somos ambiciosos y a la acción social le ponemos apellidos, vivienda, personas sin hogar, mujer, empleo, acogida, que es la más sustancial, la primera ayuda a la persona que tiene problemas, droga, servicio jurídico. Con eso tratamos de vehicular nuestra acción social a través de esos programas y llegamos hasta donde llegamos.
P.-¿A cuántas personas llegan esos programas?
R.-El pasado año atendimos a 6.446 familias, 8.890 personas con 13.124 personas beneficiadas. Es bastante estable, y es que hay un estancamiento de un núcleo de personas que se ha quedado ahí, cronificado, y que es muy difícil salir. Un empleo precario, temporal, salarios bajos, con el coste de la vivienda. Sobre eso no hace falta hacer análisis muy profundos, es simplemente con mirar la realidad con sentido común. Si gano 1.000 y el alquiler cuesta 500, luego la luz,…
P.-¿A quién influye?
R.-Influye mucho a las familias monoparentales, si son de mujer más aún, al ser más vulnerable, familias numerosas. Otra variable importante en Burgos es el envejecimiento, donde se concentra no tanto la pobreza como la exclusión, Porque la exclusión tiene muchas caras y la pobreza es una de ellas. La vivienda, el empleo, el entorno social, la enfermedad, hay muchas formas de caer en la exclusión, y la pobreza representa la mitad.
P.-¿Cómo está la búsqueda de recursos?
R.-Lo que hay es un agotamiento de la solidaridad. Es muy llamativo en campañas internacionales, estoy en el consejo de Madrid también, representando a Cáritas regional, y se aprecia mucho. Es muy llamativo la respuesta que tuvo la sociedad española con el terremoto de Haití. Ahora, cuando hay llamadas de emergencia de sobre cualquier situación dramática del mundo, se observa con sorpresa, pero ya se está repitiendo, que la recaudaciones son muy bajas.
P.-¿Por qué pasa?
R.-El informe Foessa habla de la sociedad desvinculada. Creo que se ha instalado la desconfianza como sociedad, es un poco sálvese quien pueda, hay un descrédito de las instituciones, que afecta a la política y afecta a todo. Y la gente da un paso atrás y adopta una actitud de desconfianza. A partir de ahí, apelar a la solidaridad es más complicado.
P.-¿Hay también un agotamiento de la solidaridad en Burgos?
R.-Sí. Tenemos estadísticas muy interesantes. En el año 2011 había 2.580 personas que colaboraban con Cáritas económicamente. Unos en forma de socios y otros en forma de donantes. Los datos de 2018 fueron de 2.382 personas. La base de datos la hemos ido incrementando un poco de 1.117 a 1.314. Por otro lado, las donaciones esporádicas, que responden a un impulso, han pasado de 1.463 a 968. No obstante, hay que insistir en el agradecimiento a todas las personas que colaboran con nosotros: socios y donantes, instituciones públicas y privadas y especialmente a los voluntarios. Tenemos afortunadamente una base sólida, con 1.303 socios a finales de 2018, aunque alcanza un 11% de nuestro presupuesto. Luego tenemos un segundo colchón, que es el de donativos esporádicos, que no sabes cuándo van a venir. Y luego el apoyo de las parroquias de lo que recaudan en las cestillas, el Arzobispado, instituciones religiosas.
P.-De cara a este nuevo periodo, ¿tiene algún reto?
R.-El problema es que hacemos lo que podemos con los recursos que tenemos. Sería manifiestamente mejorable, pero sin recursos llegas hasta donde llegas. Siempre es un reto el mundo rural. Hemos dedicado recursos en los últimos años pero nos cuesta avanzar, es muy exigente de recursos. Burgos es un caso muy evidente, se queda mucha gente mayor sola en los pueblos y aunque no entre en el terreno de la pobreza es gente que está aislada, sin entorno social. Hemos creado puestos de trabajo específicos, nuestros equipos parroquiales están ahí, pero nos gustaría hacer más.
P.-¿Qué labor hacen?
R.-Acompañamiento, fundamentalmente. Detectar situaciones de vulnerabilidad. En algunas ocasiones, ayuda económica. A menudo nos ven por el comedor. Pero es una parte, no es la más importante, es la más inmediata, pero dedicamos muchos recursos a la acogida, con programas especializados en empleo, hasta donde podemos llegar. Tenemos centros infantiles, en Burgos, en Aranda, en Miranda, en Villarcayo y en Lerma, con programas de prevención. Es evidente que la educación y la infancia son las entradas por las que se entra a la exclusión. Por eso le damos mucha importancia al empleo y a la infancia
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