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Cáritas, que ha atendido en la región a 907 usuarios en sus programas de atención a personas con adicciones, detecta un incremento en la recaída y en la conflictividad familiar.

Dependiendo de las situaciones previas, las consecuencias del confinamiento decretado durante el estado de alarma son desiguales entre la población. En el caso de las personas afectadas por dependencias, la privación brusca del consumo genera situaciones de conflictividad en su ámbito personal y familiar, que en ocasiones requieren de la intermediación de profesionales. En general, en el momento actual de confinamiento, estos profesionales están haciendo seguimientos personalizados, siendo una de las áreas prioritarias de trabajo para las once Cáritas diocesanas de Castilla y León (Astorga, Ávila, Burgos, Ciudad Rodrigo, León, Palencia, Salamanca, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora), y muy especialmente en aquellas que cuentan con programas específicos de atención a drogodependientes. Las situaciones de estrés son un factor de riesgo para las recaídas en los consumos.

Desde el inicio de la crisis, las distintas Cáritas atienden a 907 personas en el área de adicciones, con ellas se trabaja a través de seguimientos individualizados en el 56% de los casos, en un 7% en comunidad terapéutica, en el 22% requirieren administración de opiáceos (metadona), y en un 14% otro tipo de asistencia. Una dificultad añadida en las comunidades terapéuticas en este periodo de estado de alarma, en la interrupción de las admisiones, excepto en las situaciones muy urgentes, lo que en algunos casos ha supuesto que las personas que habían superado la etapa de preparación para acceder a esos recursos se hayan visto interrumpido su proceso.

Ha habido un retroceso al tener que suspender todas las terapias y actividades grupales, algo que se ha intentado paliar con un aumento del contacto y seguimiento individualizado. Una atención presencial en el 65% de las intervenciones y por vía telemática en el 35% restante.

A pesar de la excepcionalidad de la situación, desde los programas de atención a drogodependientes también se ha atendido a casos nuevos y se ha intensificado la intervención con los perfiles más jóvenes, con apoyo en la realización de tareas o estudio y con alternativas de ocio saludable, por ejemplo a través de actividades como clubes de lectura u otras similares. Todo ello enmarcado en el acompañamiento a estas personas y con el objetivo de conseguir superar las dificultades cotidianas, agravadas por la situación de confinamiento.

En este, como en otros servicios, las Cáritas Diocesanas de Castilla y León trabajan en red y de forma coordinada con los centros de acogida, la sección de drogodependencias de la Gerencia de Servicios Sociales, las áreas sanitarias de salud mental y los servicios judiciales… Una línea de trabajo centrada en la persona, donde

se busca la integración, la acogida y el apoyo en todo momento, trabajando las capacidades y acompañando procesos, tal y como indica el modelo de acción social de Cáritas, comprometidos con una misión evangelizadora, que se traduce en el Amor a los demás, como respuesta, “escuchando sus clamores y conociendo su sufrimiento” (Evangelii Gaudium).

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