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Burgos es una provincia territorialmente rural. Sus mil núcleos de población, que hablan de su gran riqueza y pluralidad de tierras y paisajes, también nos hablan de su despoblación, envejecimiento y falta de recursos en ámbitos sociales, educativos, económicos y otras necesidades básicas. La población rural no cuenta, porque no tiene peso político y apenas importa. Por eso, se encuentra lejos de los núcleos de poder. A veces da la sensación de que en el mundo rural nos encontramos solos.

Pero la Iglesia en Burgos no deja solos a nuestros pueblos y por eso la tarea de Cáritas en las zonas rurales es tan importante y fundamental. En los últimos años, fruto de una apuesta diocesana a consecuencia del Año Santo de la Fe, Cáritas se ha hecho más presente de una manera articulada en este mundo rural. Actualmente cuatro técnicos dedican sus esfuerzos a la animación comunitaria y a la atención de las necesidades más fundamentales que se dan en el medio rural burgalés. Su presencia, junto a la de numerosos voluntarios de tantas parroquias, dinamiza y articular la caridad para que sea significativa también en la pequeñez y sencillez de nuestros pueblos.

Y es que Cáritas, desde sus valores, mensajes e intervenciones, ayuda en el mundo rural con vistas a cohesionar mejor nuestros pueblos, a profundizar en la vecindad, a despertar la preocupación por nuestro entorno natural y su gente desde la clave de la ecología integral, a valorar la solidaridad espontanea que nace del conocerse y sentirse parte de una misma comunidad. Cáritas en el mundo rural está dando pequeñas respuestas, pero fundamentales, para evitar desigualdades.

A lo largo de estos últimos años se ha realizado un importante trabajo con las familias más desfavorecidas desde una acogida discreta y cercana; se ha ayudado a la población inmigrante apoyando su integración y adaptación; se ha cuidado de nuestros mayores evitando su soledad, aislamiento…; se ha acercado a la Infancia, tan escasa en muchos lugares, dotándoles de igualdad de oportunidades en la educación y en el ocio; se ha fortalecido el voluntariado como eje vertebrador de todos estos proyectos; se ha enriquecido con experiencias de Comercio Justo, Espacios y tiendas solidarias; se ha profundizado en la coordinación y sinergia con otras instituciones y asociaciones en la búsqueda del bien común…

Durante esta pandemia sanitaria, Cáritas rural también se ha tenido que reinventar como lo ha hecho el resto de proyectos y programas. Nuestra presencia física quizás no ha estado en los despachos, o en las reuniones pero su quehacer ha sido muy importante para ayudar y dar esperanza en estos momentos tan duros y difíciles para muchas personas. En muchos lugares hemos seguido con el reparto de alimentos, que en algunas ocasiones se ha intensificado y se ha personalizado: ahí han estado presentes voluntarios y trabajadores para llevar a cada cual lo necesario, ante el riesgo y la imposibilidad de salir a la calle por el miedo al contagio. También hemos estado muy pendientes del teléfono, llamando a las personas que estaban solas, especialmente a los más mayores. y atendiendo las necesidades básicas cuando ha sido necesario. En ese sentido, hemos cubierto también sus necesidades de medicinas y farmacia. Los diferentes equipos de Cáritas rural han atendido a 376 familias, 727 personas en total. Incluso algún equipo de Cáritas rural se ha dedicado a hacer mascarillas y acercarlas a los lugares donde se precisaban. ¡Cuántas experiencias bonitas hemos podido vivir durante estos días que nos han acercado!

Todo esto hace que nuestra gente siga confiando en Cáritas porque se presenta siempre como una respuesta útil, eficaz, generadora de oportunidades, vinculada a la Comunidad Cristiana y que de modo sencillo hace realidad, en lo concreto, hace vida el mensaje del Evangelio.

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