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Agradecimiento a la entrega generosa

El año 2020 ha estado dolorosamente marcado por la pandemia. En nuestra memoria quedarán para siempre los momentos en los que estuvimos separados, aislados, confinados… En aquellos días percibimos, como nunca, la importancia y la necesidad de la cercanía, de estar juntos, del abrazo y de la mano tendida… Fueron momentos de mucho dolor y sufrimiento, pero también tiempos plagados de enormes gestos de solidaridad y caridad.

Cáritas Diocesana de Burgos sabe mucho de ambas realidades: siendo la puerta abierta de nuestra Iglesia al mundo de la pobreza y de la exclusión, cono-ce la realidad de tantos hogares, personas y familias que atraviesan la noche del dolor y el sufrimiento. Pero también es testigo silencioso de tantas manos que se extienden para acercarse, acoger, consolar, ayudar… De esta manera, callada pero real y significativa, prolonga y actualiza la caricia de Dios ante las llagas sufrientes de nuestros hermanos.

Al presentar esta Memoria, que recoge la actividad de nuestra Cáritas Diocesana en 2020, simbólicamente salimos a la ventana de nuestra sociedad para aplaudir tantos gestos visibles o escondidos, que han expresado la cercanía y la fuerza del amor en nuestro mundo. En un mundo donde existen tantas barreras, donde nos separamos fácilmente, donde las fracturas nos hacen sufrir… pero que paradójicamente navega en la misma barca, urge reivindicar la necesidad e importancia de la cercanía. Así nos los recuerda la parábola del Buen Samaritano cuando nos descubre que solo en la cercanía somos capaces de sanar; por ella, nos hermanamos; a través de ella nos reconocemos; en la cercanía, nos igualamos.

Bajo el lema “La caridad no cierra”, nuestros servicios y programas de Cáritas, con el esfuerzo de sus voluntarios, colaboradores y técnicos, han sabido adaptar-se a la nueva realidad para seguir dando respuesta a favor del desarrollo de cada persona. Al hacer un resumen de todo este empeño, estoy seguro de que, tras los datos que aquí se recogen, descubriremos también infinidad de gestos que nos humanizan, nos trascienden, nos llenan de esperanza y edifican un mundo más justo y fraterno.

Las Memorias no son solo mirada al pasado. Recogen también una voluntad de permanencia y de compromiso: el de seguir estando muy cerca de la realidad sufriente de nuestro mundo. Esta es la misión y la tarea de Cáritas: para despertar-nos, para orientar nuestros esfuerzos, para vivir mejor el Evangelio, para ser más audaces en la misión, para vivir el mandamiento del amor. Por ello no puedo por menos de terminar agradeciendo a quienes sostienen y hacen posible este empeño compartido. Gracias a todas las personas, grupos, instituciones, entidades que apoyan todo este loable quehacer. Y gracias a los voluntarios, técnicos, socios y donantes por poner vi-da y corazón en toda esta hermosa misión.

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