Don Rafael Cob, obispo de este vicariato ecuatoriano, ha enviado una carta en la que expone la experiencia que ha supuesto el voluntariado internacional para jóvenes organizado por Cáritas Castilla y León, de los que tres pertenecen a la diócesis de Burgos.
La Cáritas castellana y leonesa pasa fronteras en Ecuador
La caridad es amor y el amor no tiene fronteras, si amar es compartir y la caridad es amor queremos compartir lo que Cáritas de Castilla y León vivió entre nosotros con su estancia en esta selva amazónica llena de sorpresas y misterio.
Si la caridad es vida y el amor sostiene la caridad, hoy queremos manifestar que los días que este grupo de jóvenes de Cáritas de Castilla y León vivieron, se basa en sintonizar y compartir con una Iglesia Misionera como es nuestro Vicariato Apostólico de Puyo, compartiendo su vida con los más pobres y necesitados . Es vivir la comunión de una fe que se traduce en mano samaritana con los más vulnerables como son los niños con los que ellos pasaron muchas horas , escuchando sus historias, historias tan diferentes al primer mundo de donde vienen, para aterrizar en una realidad tan distinta a la que están acostumbrados , donde no falta la comida y las comodidades, historias llenas de girones dolorosos, contadas con una expresión sincera que nace del alma infantil, dramas familiares que conmueven el corazón. Y en ese compartir sembrar ilusión y alegría, creatividad, música , con lo que ocuparon y llenaron quizá espacios de falta de cariño y esperanza en su hogar.
Estos jóvenes se llevarán en su corazón la mirada de esos niños que conocieron y a los que amaron con su entrega generosa, dando su tiempo, escuchando historias inéditas, llenas de dolor y de alegría de esperanzas y deseos que quisieran se hicieran realidad.
Estos jóvenes se llevarán en su mente y en su corazón la riqueza exuberante de la vida amazónica, sentir y contemplar una Naturaleza que cautiva, como es la selva llena de una biodiversidad inigualable , surcar los ríos caprichosos como una cuerda que hace mil curvas en su cauce y ser bañados por la lluvia tropical sobre la barca , son parte de la aventura para conocer donde viven las comunidades indígenas , escuchar al obispo que desea transmitirles cercanía y confianza ,la energía positiva de la vida misionera, una iglesia joven como ellos, que desea con la caridad llegar a los más necesitados como los ancianos o los pequeños, conocer el proyecto Encuentro de los niños en situación de riesgo, conocer a los ancianos en el asilo Mons. Tomas Romero, cuidados con tanto amor por las hermanas misioneras dando a los ancianos un trato de ternura y calidad humana y cristiana. Escuchar el testimonio de la misionera más antigua Sor María, que con su casi medio siglo en la Misión, les cuenta sus historias misioneras que cautivan y conmueven.
Fue una gracia para ellos conocer el Centro médico de especialidades Santa Narcisa de Jesús, con una infraestructura excepcional que año tras año ha ido adquiriéndose gracias a la ayuda solidaria y buena administración que en nada tiene que envidiar a las del primer mundo para dar una atención de calidad a los más pobres. Conocer el Museo de la Fe o el parque Laudato Si, o la cuna de la misión Canelos compartiendo con las mujeres indígenas Uruwarmi en su taller de cerámica.
Estos jóvenes no vinieron hacer turismo sino a dar amor que es caridad, dando su tiempo y su vida, pero como pasan a los que aman a los pobres, y desgastan su vida por los demás , más que uno dar , uno recibe , más que uno enseñar, uno aprende.
Ellos vinieron precedidos de encuentros con Alguien que antes conoció y vivió en esta tierra amazónica, nuestro amigo Carlos San Segundo de la arquidiócesis de Valladolid, que les acompañó y coordinó todo este proceso y al cual agradecemos de corazón junto a todas las Cáritas diocesanas que participaron de la región Castilla y León ,rostros que no olvidaremos como los jóvenes varones, Juan y Gonzalo que se les veía entusiasmados con lo que aprendían, cada día, o las chicas poniendo su nota de alegría y creatividad como Alicia con su sonrisa o Débora con su canto en el programa de clausura y todas las demás que conformaron un equipo compacto para dar lo mejor de ellas.
Fue una experiencia inolvidable donde se sintieron como en su propia casa, compartiendo cada día la mesa con los misioneros. Estamos seguros que el pasar fronteras de las Cáritas de estos jóvenes conociendo nuestras Cáritas de esta Iglesia misionera ,darán sus frutos, sabrán compartir en sus Diócesis la vivencia de estos días .Que Dios creador de la vida desbordante y providente siga bendiciendo sus vidas y las de su trabajo en las Cáritas diocesanas de donde vienen. Que como los apóstoles puedan decir: ”no podemos callar lo que hemos visto y oído.” Gracias por vuestra compañía, quizá muchas cosas más de las escritas ustedes vivieron, que todas, hayan fortalecido su fe, su esperanza y su amor al prójimo como Iglesia samaritana y profética.
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